Esta transformación ocurrió hace desde doce hasta cinco millones de años. Y, de acuerdo con lo informado por una investigación encabezada por paleontólogos de la Universidad Complutense de Madrid publicada en Scientific Reports, una era en la que los ecosistemas de Cataluña y el sur de Francia se convirtieron en refugios climáticos. Estas fueron las regiones donde diferentes especies adaptadas a ambientes húmedos y cerrados, como las ardillas voladoras, encontraron un hábitat favorable para su desarrollo.

La investigación sobre los restos fósiles, recogidos a lo largo de 5 décadas de excavaciones, ha evidenciado que los roedores de la península migraron al norte por los cambios climáticos, a la vez que afectaron la evolución de comunidades enteras de especies. Por ejemplo, en esta era llegaron los múridos (ratas y ratones actuales), desplazando a anteriores residentes como los cricétidos (actuales hámsters).

Fernando Blanco, el científico que lidera la investigación, afirma que también se dio un aumento de la biodiversidad en el norte conforme disminuía la del sur. “Es una combinación de la extinción de ciertas poblaciones y la dispersión de otras. Hubo una migración de faunas adaptadas hacia el norte, pero no es una migración directa: fue todo muy progresivo”, sostuvo el paleontólogo.