Las temperaturas extremas fruto del cambio climático ya han reducido entre un 15% y un 20% la capacidad productiva laboral de algunos países, y se estima que este porcentaje se duplicará para el 2050. Esta pérdida de productividad podrá costarle a la economía global más de 1.800 millones de euros de aquí al 2030, según un informe del Instituto Internacional de Salud Global, de la Universidad de las Naciones Unidas en Kuala Lumpur (Malasia).
Al menos 43 países, especialmente los del Sudeste Asiático, con climas tropicales y en su mayoría en vía de desarrollo, registrarán pérdidas en sus economías por el descenso de capacidad laboral por el calor extremo. Se calcula que el PIB de China podrá reducirse un 1% en los próximos quince años. Las pérdidas del PIB que sufrirán India y China juntas podrían sumar en el 2030 un total de 410.000 millones de euros, señala el estudio.
Pero las principales víctimas de los efectos del cambio climático son los países menos adelantados y los que, paradójicamente, menos han contribuido a él. Países africanos, como Ghana y Nigeria; asiáticos, como Indonesia, Malasia, Tailandia y Filipinas; o latinoamericanos, como México. Todos experimentarán una mayor recesión en sus economías al bajar la productividad.
La publicación advierte de que se diferenciarán aún más las clases sociales de cada país, pues los sectores más perjudicados serán aquellos peor remunerados y de baja cualificación, como la construcción, o vinculados a las tareas rurales, que implican un duro trabajo físico y una mayor exposición al sol.También la producción industrial se verá afectada por las temperaturas extremas, ya que “muchas fábricas y oficinas de los países tropicales carecen de sistemas de climatización eficientes”, reza el informe.
“El incremento desmesurado de las temperaturas imposibilitará el trabajo en determinados entornos. Esto hará que se pierdan empleos y, evidentemente, repercutirá en la economía”, explica a La VanguardiaJoaquín Nieto, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en España, quien afirma que uno de los derechos laborales más consolidados es el de trabajar a temperaturas adecuadas y que esa normativa no cambiará. “El derecho que está en juego es el derecho al trabajo”, sentencia.
El calentamiento de la superficie del planeta intensificará la brecha entre los países ricos y los países menos adelantados, que no disponen de recursos para asumir las consecuencias que éste supone. Entre el 1980 y el 2012 sucedieron un total de 21.000 desastres naturales, que costaron más de 3,6 billones de euros, cantidad equivalente al PIB de Alemania.
La conferencia de París celebrada el pasado diciembre fijó el compromiso de financiar la adaptación en los países en vías de desarrollo al cambio climático y acordó las contribuciones para reducir las emisiones de gases invernadero. Isabel Kreisler, responsable de políticas climáticas de Oxfam Internacional, ha calificado de “claramente insuficientes” las promesas acordadas. Kreisler asegura que “si se incrementara la ambición de los objetivos de mitigación, habría menos necesidad de financiar los planes de adaptación”. Pero los avances han sido tímidos, opina Kreisler. “Sabemos lo que hay que hacer. Es un problema de voluntad política. Se está apostando por la solución equivocada”, lamenta.
La inversión que los países del G-20 están destinando a subsidiar las energías fósiles es cuatro veces mayor que la inversión a nivel mundial en energías renovables, según informa la citada organización. “No es un problema de desconocimiento científico, ni de tecnología, ni de inversión disponible. Si hay este volumen de financiación para apoyar a los combustibles fósiles, esa misma cifra se podría destinar a soluciones limpias ”, dice Kreisler.
“La gran incógnita es en qué medida los gobiernos van a priorizar lo establecido en París o van a seguir anteponiendo otras agendas”, concluye.
Fuente y fotografía: La Vanguardia