“Como hubo una era del bronce o del hierro, ahora vivimos en la era del plástico”. Lo dice Andrés Cózar, biólogo marino e investigador de la Universidad de Cádiz que lo sabe bien, pues ha dedicado los últimos años de su vida a recorrer los siete mares en proyectos como la Expedición Malaspina, dirigida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Junto a su equipo, Cózar demostró que existen “cinco grandes acumulaciones de residuos plásticos en el océano abierto, coincidiendo con los cinco grandes giros de circulación de agua superficial en el océano”. Además de la ya conocida acumulación de basura plástica del Pacífico Norte, se ha comprobado la existencia de acumulaciones similares en el centro del Atlántico Norte, el Pacífico Sur, el Atlántico Sur y el Océano Indico. Sus últimas investigaciones, realizadas en el Mediterráneo, indican que ante nuestras costas existe “una sexta gran acumulación de plástico”.
“Cuando comparamos las medidas del Mediterráneo con las que nosotros mismos habíamos tomado en cada uno de los giros, incluido el tan sonado del Pacífico Norte, vemos que las concentraciones promedio son similares en el Mediterráneo”, explica Cózar. El investigador explica además que las aguas superficiales podrían mostrar apenas “la punta del iceberg de los residuos plásticos, menos del 1%”, ya que grandes cantidades de microplásticos están pasando a la cadena alimenticia marina y a los fondos oceánicos.
Cózar ha ofrecido esta mañana una conferencia en el marco del V Simposio Internacional de Ciencias del Mar, que tiene lugar en la Universidad de Alicante y coincide con la celebración de la XVIII edición del “Seminario Ibérico de Química Marina” y con el “Encuentro de la Oceanografía Física Española 2016”. Y ante un nutrido público de expertos y estudiantes, ha expuesto un dato preocupante: las muestras recogidas en el Mediterráneo indican altos niveles de concentración de plástico “en el primer kilómetro del litoral”. Hasta ahora, “lo que más conocíamos es lo que se acumula en el centro de los giros, que son zonas localizadas a miles de kilómetros de costa, pero existen zonas costeras donde las concentraciones son igual de altas”.
Dos factores podrían explicarlo: “Las fuentes principales se encuentran en la costa, y un efecto de borde, sobre todo en el Mediterráneo, donde el plástico va circulando a merced de los vientos, pero a menudo encuentra la frontera de la costa, y es ahí donde queda varado y acumulado”. El asunto es especialmente relevante porque nosotros somos consumidores de recursos pesqueros, y estudios hechos en Tailandia y Estados Unidos demuestran que en pescados y almejas de venta en el mercado se encuentran proporciones entre el 25% y el 40% de individuos que contienen plástico”. No se han efectuado estos estudios en nuestras costas, pero a juicio del investigador gaditano, el dato sería extrapolable.
Un problema con solución
Sin embargo, la visión de Cózar es optimista, puesto que a su juicio existe solución y se están dando pasos en la buena línea, algunos extremos, como la prohibición del uso de bolsas de plástico en Marruecos. El investigador español no cree necesarias medidas tan radicales y es partidario de invertir los recursos en aquello que es más eficiente, “como retirar el plástico en las playas, porque los temporales arrojan gran cantidad de basura y con poco esfuerzo podemos retirar muchas cantidades”. En su opinión, “es fundamental la colaboración de las cofradías de pescadores, las asociaciones de buzos, las escuelas, para acceder a los fondos marinos”. Un ejemplo cercano lo proporciona la cofradía de pescadores de La Vila Joiosa con su proyecto para convertir el plástico hallado entre sus redes en material textil.
Entre las medidas eficaces que pueden contribuir a reducir la contaminación, Cózar menciona la colocación de barreras flotantes en la desembocadura de los ríos urbanos, el fomento del voluntariado en la limpieza de zonas costeras, campañas divulgativas que hagan saber a la ciudadanía “que lo que va al mar puede acabar en su plato”, la mejora en la gestión de residuos y la investigación en nuevos materiales que sustituyan al plástico.
Fuente y fotografía: El País