La protección de los arrecifes de coral de todo el mundo es de gran importancia ahora que, con el cambio climático, la contaminación y la sobrepesca –entre otros factores-, muchos de estos ecosistemas se encuentran seriamente amenazados. Un reciente estudio publicado por la revista Nature revela, tras inspeccionar 2.515 arrecifes de 46 países diferentes, que es posible localizar algunos lugares donde los arrecifes están en unas condiciones sustancialmente mejores de lo que sería esperable dadas las presiones a las que están expuestos, o “puntos luminosos”. También se han detectado algunos “puntos negros”, en los que sucede totalmente el fenómeno opuesto.
En los “puntos luminosos”, contra todo pronóstico, habitan muchos más peces de los que se esperaba según el modelo desarrollado por los investigadores para predecir la cantidad de biomasa esperable en relación con varios factores medioambientales y operadores socioeconómicos. Algunas de las variables que se han considerado son la población o el Índice de Desarrollo Humano del país en el que se encuentran, la profundidad, el mercado o la existencia de restricciones para la pesca.
“Nuestro objetivo era averiguar por qué estos arrecifes aguantan más de lo que pueden, por decirlo de alguna manera, y si hay lecciones que podamos aprender sobre cómo evitar la degradación a menudo asociada al exceso de pesca”, indica Josh Cinner, de la Universidad James Cook (Australia), autor principal de esta investigación. Para ello, el estudio compara los resultados de 15 “puntos luminosos”, 35 “puntos negros” y otras 14 localizaciones cuyos resultados estaban dentro de las expectativas.
Compromiso, restricciones y dependencia
Los arrecifes más poblados se localizan en zonas como México, el Territorio Británico del Océano Índico, el grupo de islas Farquhar, Cuba o Palaos. Sin embargo, el hecho de que la biomasa de peces en una localización sea elevada no implica necesariamente que se trate de un “punto luminoso”, ya que el rasgo que los define es que la cantidad de peces que los pueblan es mucho mayor de lo que se esperaría en función de las presiones que tienen que soportar. Así pues, se localizan especialmente en el océano Pacífico en lugares como las islas Salomón, y en algunas zonas de Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Kiribati.
Estos puntos no siempre están ubicados en áreas remotas sometidas a poca presión de pesca, ya que en ocasiones se encuentran en zonas de elevada población y uso de recursos, lo que hace de ellos una fuente con potencial para aportar ideas sobre cómo las comunidades han de gestionar los arrecifes. Se trata, además, de localizaciones en las que un gran porcentaje de personas trabaja en actividades relacionadas con el sector marino, con una dependencia muy fuerte de los recursos del océano, y en los que existen condiciones ambientales beneficiosas como refugios en las profundidades del mar. Suelen darse también restricciones y prohibiciones relativas a los arrecifes que son asimiladas y cumplidas por parte de su población, que está muy comprometida con la conservación de los corales.
Muchos lugares con un elevado crecimiento de la población local forman parte de estos “puntos luminosos”, lo que según los investigadores podría ser consecuencia de la migración humana a áreas de mejor calidad ambiental. También se relacionaban, aunque no con tanta fuerza, a elevados resultados del Índice de Desarrollo Humano, lo que significaría que los arrecifes de los estados más ricos suelen estar en mejores condiciones. La presencia de áreas protegidaspuede jugar también un papel importante a la hora de mantener la cantidad de organismos vivos en los arrecifes de coral, pero solo cuando se obedecen las prohibiciones. Por tanto, los lugares mejor conservados no son ajenos a los impactos humanos, tal y como se podría esperar.
La vinculación entre explotación intensiva y degradación
Al igual que sucede con los “puntos luminosos”, no se ha de han de confundir los “puntos negros” con arrecifes poco poblados. Estos están distribuidos de una manera más global que los “luminosos”, y se pueden encontrar en todas las principales cuencas oceánicas. Están, por ejemplo, en el noroeste de las Islas hawaianas, en las Islas Mauricio, en las Seychelles, Tanzania y Venezuela, entre otras localizaciones.
Algunos de los principales rasgos que definen estos “puntos negros” son la presencia de tecnologías de pesca que permiten una explotación más intensiva, métodos de congelación y almacenamiento de peces o redes de pesca potencialmente destructivas. Se suele tratar de arrecifes sometidos a diversos impactos medioambientales, como blanqueamientos de los corales o ciclones, que se han visto intensificados a causa el cambio climático. El tamaño y la accesibilidad de los mercados tienen también un efecto negativo en los arrecifes, según el estudio. “Los puntos negros podrían evidenciar caminos de gestión y desarrollo a evitar”, subraya Cinner.
Esfuerzos para revertir los efectos negativos
Según concretan los investigadores, la mayoría de las aproximaciones a solucionar este problema se centran en conservar y proteger aquellos arrecifes que están bajo mínima amenaza, en lugar de tratar de revertir las malas condiciones a las que muchos otros están expuestos. “Nosotros creemos que esta investigación ofrece potencial para desarrollar nuevas soluciones para la conservación de los arrecifes de coral” indica el profesor Nick Graham de la Universidad de Lancaster, co-autor de la investigación.
Las acciones de conservación son también necesarias en los lugares donde coexisten las personas y la naturaleza, especialmente en aquellos lugares en que los efectos del hombre ya son severos. Tanto los «puntos negros» como los «puntos luminosos» pueden dar nuevas ideas sobre cómo afrontar el problema, evitando los rasgos que caracterizan a los primeros y fomentando los que están presentes en los segundos.
La investigación subraya cómo las inversiones destinadas a fortalecer la regulación de la pesca, en concreto en cuestiones como la participación o los derechos de propiedad, podrían ayudar a desafiar las expectativas de los arrecifes más perjudicados. Por el contrario, el fomento de infraestructuras para la captura y el almacenamiento de la pesca o la falta de regulación pueden conducir a una degradación de los arrecifes por encima de lo esperado. La viabilidad a largo plazo de los arrecifes de coral dependerá en último término de que se actúe para reducir las emisiones de carbón a nivel internacional. Las explotaciones pesqueras también son una importante fuente de degradación, lo que hace que una regulación efectiva de estas a nivel local sea clave para dar una nueva oportunidad a los arrecifes de coral.
Fuente y fotografía: El País