Además de los costes ambientales y humanos que conlleva el aumento global de las temperaturas y del nivel del mar, entre otras muchas dramáticas consecuencias del cambio climático, éste nos tiene guardadas muchas sorpresas.
Lo hace tanto a la hora de elegir el lugar como el momento de hacer sentir su presencia en forma de eventos extremos, pero también lo sufrimos día a día, en su imparable avance. Unas y otras cosas suman un cóctel que no augura nada bueno, y que la ciencia intenta dilucidar. En un reciente estudio, el enfoque se ha puesto en el patrimonio mundial de la humanidad, concretamente en los bienes declarados como tales, a modo de reconocimiento otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) a los lugares del planeta que tienen un valor universal excepcional.
Para muchos de ellos los pronósticos son poco menos que apocalípticos. Sin ánimo de resultar alarmistas, será complicado aplicar otro adjetivo cuando las conclusiones de la investigación no duda en afirmar que, de no prevenirse su deterioro, éste será rápido e inevitable. Y, lógicamente, que ello ocurriese sería una gran pérdida para la humanidad, pues se trata de lugares únicos y, como tales, irreemplazables.
31 lugares de 29 países
En el mencionado informe, elaborado conjuntamente por la Unesco y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUE) y la ONG Unión de Científicos comprometidos (UCS) se han considerado vulnerables un total de 31 lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. O, lo que es lo mismo, están amenazados por el cambio climático y requieren de políticas de protección para prevenir una rápida degradación.
Entre otros, la lista incluye a Venecia y su laguna, la estatua de la Libertad, el archipiélago de las Galápagos y su grandiosa biodiversidad, la isla de Pascua, el Parque nacional de Yelloswtone y la estatua de la Libertad en Estados Unidos, el bosque de Bwindi, hábitat de los gorilas de Huganda o el Stonehnge, un monumento prehistórico ubicado en Inglaterra.
Su diversidad no es casual. El mismo título que comparten engloba bienes universales que pueden ser de distinto tipo. De hecho, entre las 936 localizaciones que conforman la Lista del Patrimonio Mundial 725 son bienes culturales, 183 bienes naturales y 28 mixtos.
Como denominador común, todos ellos han sido declarados como tales para su disfrute, protección y cuidado reconocidos por todos los pueblos del mundo. Por lo tanto, al margen de su ubicación, su conservación es un asunto que nos incumbe a todos.
Curiosamente, del mismo modo que ocurre con el cambio climático, un fenómeno global que a todos incumbe, y cuyo control solo es posible con una decidida contribución mundial. A la hora de reducir emisiones, caminando hacia una sociedad baja en carbono, y también en lo que respecta a su entendimiento.
No en vano, por mucho que se avance en su conocimiento, las previsiones siguen siendo un aspecto complicado. Habida cuenta de los numerosos y complejos factores que intervienen, su comportamiento y avance sigue siendo un misterio para la ciencia.
Reducir emisiones, la clave
Con el título “Patrimonio Mundial y Turismo en un Clima Cambiante”, el informe ha hecho una selección de esos sitios del Patrimonio Mundial que precisan de un cuidado especial. Sin embargo, el estudio no olvida enmarcar el problema en el contexto global en el que se se halla.
Así las cosas, alcanzar el objetivo climático establecido en el Acuerdo de París para limitar el aumento de la temperatura en menos de los famosos 2 grados centígrados es clave. Un requisito vital, el más importante para preservar la civilización, incluyendo a sus más elevados exponentes culturales y naturales, como puedan ser estos bienes.
Con tal objetivo, los autores del trabajo piden una nueva toma de conciencia por parte de ciudadanos y gobiernos. “La amenaza que planea sobre los lugares que son Patrimonio Mundial es inminente. No hay tiempo que perder”, dice Adam Markham, uno de sus autores y director adjunto del clima y la energía de la UCS.
Otros enclaves vulnerables
Si, por un lado, la lista de este informe se considera “no exhaustiva”, con respecto al conjunto de bienes declarados patrimonio universal por la Unesco, la situación se agrava todavía más si tenemos en cuenta todos los lugares del planeta que, sin pertenecer a este selecto grupo, también son irremplazables.
Según un estudio publicado en la revista Science que analiza la Base de Datos Mundial de Áreas Protegidas y la Lista Roja de las Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), son muchos los enclaves insustituibles que albergan especies en peligro de extinción.
Su argumento es sencillo, y la conclusión palmaria. Si no se protegen los ecosistemas que son hábitat de las especies amenazadas, éstas también desaparecerán. Con el agravante de que esos espacios naturales en muchas ocasiones reúnen una serie de características que los hacen imprescindibles para esa flora y fauna. Por lo tanto, no hay otra salida que preservarlos de forma integral.
De nada vale conservar las especies de forma aislada, pues los animales y las plantas viven en entornos que les resultan necesarios para sobrevivir. En particular, si de señalar las zonas más irreemplazables del planeta se trata, hay que mirar más allá del Patrimonio Mundial, sostiene el trabajo.
Para ello, se analizaron más de 21.500 especies y 173.000 lugares protegidos valorando su vulnerabilidad y necesidad de protección. Desde bosques hasta praderas, humedales, cordilleras y otros enclaves en los que existen especies únicas, que no se desarrollan en otro lugar.
El estudio determinó un total de 137 áreas en 34 países diferentes como los más importantes para la preservación se especies. Más de la mitad no forman parte de los lugares designados en la Convención del Patrimonio Mundial de la Unesco y algunos de ellos ni siquiera están protegidos por la legislación.
Por último, el trabajo recomienda medidas protectoras de cualquier tipo. Desde leyes nacionales hasta su nombramiento como Patrimonio de la Humanidad. La lista es larga, y en ella encontramos lugares como el Parque Nacional de Iguazú (Argentina), el Parque Nacional de Madidi, en Bolivia, el Pico Paraná de Brasil o el Parque de Somiedo, en España.
Fuente y fotografía: Ecología verde