Cuatro de los ejemplares portan localizadores que permitirán realizar un seguimiento de sus hábitos, conocer el comportamiento de esta especie marina en peligro de extinción y diseñar estrategias para su recuperación, explica el CSIC en una nota.
Doble objetivo
Adolfo Marco, director del proyecto, ha señalado que el objetivo es por un lado aumentar el número de ejemplares de la especie en mar abierto y por otro concienciar a la población de que, con pequeños gestos, puede hacer mucho para evitar su extinción.
Con este fin, el CSIC contó para la suelta con la ayuda de un centenar de niños que “han vivido en primera persona la importancia de mantener las playas limpias de plásticos y de respetar la tranquilidad de estos animales cuando se acercan a la arena para poner sus nidos, ya que de su ubicación depende la supervivencia de los huevos y que las crías lleguen a nacer”, ha añadido Marco.
Seguimiento por GPS
Los ejemplares miden entre 15 y 20 centímetros de longitud y pesan entre 700 y mil gramos, un tamaño que les permite ingerir cerca del 10 por ciento de su peso en pescado e incluir en su dieta, además de jureles, boquerones y chipirones, las medusas.
Los dispositivos GPS que llevan instalados sobre sus caparazones pesan 35 gramos, incorporan placas solares para que su batería sea inagotable y están diseñados para enviar información cada vez que el animal salga a la superficie.
Diez meses de vida
Las doce tortugas liberadas ayer, coincidiendo con el Día Mundial de las Tortugas Marinas, fueron recogidas en septiembre de 2015 en la misma playa después de una familia de pescadores localizara el nido y alertara de su ubicación.
Al nacer los ejemplares, fueron trasladados al Centro de Gestión Sostenible del Medio Marino Andaluz de Algeciras y al Acuario de Sevilla para evitar el ataque de depredadores, ya que “nada más nacer, cuando se echan al agua tienen el caparazón muy blando y son el alimento perfecto para muchos peces”, ha explicado Adolfo Marco.
“Desgraciadamente -ha añadido-, estas tortugas se enfrentarán a lo largo de su vida a multitud de peligros, no sólo sus depredadores habituales, también a capturas accidentales en artes de pesca o a la muerte por inanición al quedar atrapadas en redes abandonadas”.
Esta especie puede vivir hasta 50 o 60 años y poner hasta 60 nidos a lo largo de su vida, cada uno de los cuales puede albergar hasta un centenar de huevos, aunque “muchas de ellas vivirán sólo la mitad de lo que marca su esperanza de vida”, ha detallado el investigador del CSIC.
Fuente y fotografía: EFE Verde