El proyecto se llama Astana City y, más allá de sorprender por su moderna arquitectura, se trata de una innovadora propuesta ecológica que servirá para acoger el megaevento de la Expo 2017, que se celebrará el próximo año en Astana, capital de Kazajistán.
En la misma línea de la última Expo, celebrada en Shanghai en 2010, donde se pudieron ver infinidad de pabellones de todo el mundo con diseños ecológicos, en uno u otro sentido, también en la próxima edición se sigue buscando esa orientación basada en la sostenibilidad.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió entonces, el objetivo esta vez es a largo plazo. Si de llevar a cabo un proyecto sustentable se trata, lo suyo es que resulte durable, lógicamente. Y esta es, precisamente, la razón por la que la construcción va a convertirse en una mini ciudad que supondrá una mejora para la zona.
Para ello, sus creadores, el estudio estadounidense Adrian Smith + Gordon Gill Architects, han creado un sitio que tras la famosa exposición, se convierta en un espacio habitable que albergue viviendas, oficinas, centros comerciales, zonas verdes y también centros de investigación.
Un enfoque verde para concienciar
Con este proyecto de eco ciudad de diseño futurista se quiere impactar al mundo apostando por un proyecto eco amigable, que tenga utilidad como gigantesco recinto de exposiciones y también después. No en vano, la ciudad se ha diseñado con motivo de la Expo 2017, cuyo lema son las “Energías del futuro”, con lo que el enfoque es acorde con la temática general de este evento internacional.
Su construcción actualmente se encuentra en un estado avanzado de obra, iniciada en 2014. La idea general persigue maximizar la eficiencia del uso de la luz natural y la forma en que ésta se puede convertir en energía, siempre dentro de un entorno verde en el que la naturaleza tiene un gran protagonismo.
A su vez, se ha trabajado para que los edificios operen como plantas de energía, autosuficientes e incluso generadoras de excedentes, tanto a partir de paneles solares como de turbinas de viento. El objetivo es autoabastecerse y utilizar la energía sobrante para alimentar a todo el conjunto mediante una innovadora red inteligente.
La gigantesca esfera que se puede observar en el centro del proyecto será la sede del Museo de las Ciencias, dedicado a investigar y desarrollar energías verdes. Formando parte de un concepto holístico del proyecto, en el que todo tiene sentido por sí mismo y también en relación con el resto de los elementos, la esfera forma parte de un conjunto que tiene un significado muy particular.
No solo porque “dialoga” con el monumento Bayterek, coronado también por una gran esfera vidriada, con varias plantas, para así servir de mirador ofreciendo diferentes visiones y, como ocurre con el resto de la arquitectura, aprovechar el vidrio para que el interior sea confortable en los meses fríos. En concreto, ambos globos de vidrio se ubican sobre un mismo eje vial, por lo que uno es visible desde el otro.
Se trata de una esfera de unos 80 metros de diámetro, que cuenta con dos atrios en uno y otro lado de la esfera para así lograr que la diferencia de temperatura logre “mover” el calor por convección.
A su alrededor, dispuestos siguiendo un eje radial, encontramos los pabellones expositivos, interconectados gracias a tejados que conforman un patio común.
Posteriormente, se adaptarán para convertirse en oficinas o universidades. En total, el proyecto suma un total de 14 pabellones distribuidos en grupos de tres y cuatro y formando un semicírculo, pudiendo conectarse con puentes interiores y formar en el futuro un campus para distintos usos.
Junto a estos espacios, se construirán salas de eventos, museos temáticos y teatros, explica el director de diseño, Alejandro Stochetti, quien también destaca el Museo de Arte, cubierto por jardines verticales y cubiertas verdes que sirven como mirador y también lo aíslan a nivel térmico y acústico.
Recorrido a pie o en bici
El proyecto también incluye una nueva urbanización de 174 hectáreas alrededor del complejo, que ocupa 25 hectáreas de superficie circular rodeadas por un parque omnipresente que permite recorrerlo a pie o en bici siguiendo sendas habilitadas para tales fines.
Para reforzar la intencionalidad didáctica del proyecto, junto a la arquitectura y la zonas verdes, se instalarán dispositivos para la generación de energías renovables que se harán servir de forma práctica, al tiempo que conformarán un conjunto expositivo a lo largo y ancho del parque, salpicándolo aquí y allí para hacerlo ameno para los visitantes.
“Nuestra propuesta intenta alentar a los residentes de Astana a que salgan de sus autos y a crear un ambiente urbano más sano, que fomente el encuentro de los ciudadanos en espacios públicos peatonales”, apunta Stochetti. Por su parte, también hará lo propio durante el periodo de celebración de la Expo, en esta ocasión invitando a millones de visitantes a hacerlo.
No por ello, sin embargo, deja de tenerse en cuenta la necesidad de aparcamientos, necesarios para recibir la gran cantidad de visitas que se espera. De hecho, el proyecto contempla la construcción de un buen espacio para ello.
Y no solo eso, sino también con el objetivo de luego ser útiles para sus próximos habitantes, si bien se espera que una vez aparcados luego prime la movilidad sostenible, sea a pie, en bici o de cualquier otro modo. Su manera de lograrlo, persuadiendo y poniéndonoslo fácil, es interesante, sin duda, y quizá en ello esté el secreto del éxito.
Fuente y fotografía: Ecología Verde