Los cambios climáticos en el transcurso del siglo XXI constituyen una amenaza a la biodiversidad y ponen en riesgo a muchas especies de la fauna y la flora del planeta. Los biólogos Tiago Vasconcelos y Bruno do Nascimento, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidade Estadual Paulista, con sede en la localidad de Bauru (São Paulo, Brasil), han publicado un estudio en el cual relacionan los efectos potenciales de los cambios climáticos esperados para el año 2050 sobre la distribución geográfica de cuatro ranas arborícolas de amplia existencia en América del Sur.
El artículo titulado Potential Climate-Driven Impacts on the Distribution of Generalist Treefrogs in South America, publicado en Herpetologica, es el resultado de un vasto trabajo que apunta a relacionar la influencia de los cambios climáticos sobre la distribución potencial de 350 especies de anfibios del Bosque Atlántico y 150 especies del Cerrado –la sabana brasileña–, con el fin de determinar cuáles serían las áreas prioritarias para la conservación de tales especies. Esta investigación cuenta con el apoyo de la FAPESP en el marco del proyecto intitulado “Macroecología de anfibios anuros del Cerrado y del Bosque Atlántico”.
El artículo hace hincapié en cuatro especies de ranas arborícolas de hábitos generalistas –que exhiben hábitos alimentarios variados y un alto índice de dispersión, y que son capaces de aprovechar los distintos recursos que brinda el medio ambiente– que viven tanto en áreas abiertas como en bosques.
La especie Dendropsophus minutus muestra una de las mayores distribuciones geográficas: habita en la mayor parte de la América del Sur tropical y subtropical al este de los Andes. Su distribución es muy similar a la que exhibe la rana Dendropsophus nanus.
En tanto, puede hallarse a la especie Scinax fuscomarginatus en una gran variedad de hábitats: desde el noroeste de Argentina hasta el norte de la Amazonia. Y por último, la rana Scinax fuscovarius –también conocida en Brasil como “rana del baño”, pues comúnmente aparece en ambientes residenciales– tiene una distribución menor que las demás, ya que puede hallársela entre el centro de Argentina y el centro de Brasil.
Con relación a las preferencias climáticas relacionadas con las diversas regiones y biomas en donde viven tales ranas arborícolas, se utilizaron seis variables climáticas: temperatura media anual, temperatura máxima durante el mes más cálido, temperatura mínima durante el mes más frío, volumen anual de precipitaciones, precipitaciones estacionales y cantidad de precipitaciones durante los tres meses más cálidos del año.
Los datos climáticos actuales pertenecen a la base de datos WorldClim. En tanto, los modelos de circulación atmosférica y oceánica globales para 2050 se encuentran reunidos en el General Circulation Model.
Se agruparon todas las variables para determinar las áreas climáticamente favorables –tanto hoy en día como en 2050– para la supervivencia de las cuatro especies.
Se estimó que la distribución potencial prevista para D. minutus variaría –de acuerdo con los algoritmos de modelado– desde 3,3 millones hasta 11,2 millones de km². En el caso de la especie D. nanus, la distribución potencial se ubicaría entre 2,1 millones y 12 millones de km². Para S. fuscomarginatus, la distribución variaría de 2,3 millones a 13,6 millones de km². Por último, la especie S. fuscovarius podría habitar un área que varía entre 2,6 millones y 14,5 millones de km².
Según los investigadores, puede percibirse una aparente disparidad. Las ranas arborícolas que actualmente cuentan con una mayor distribución geográfica en términos latitudinales son aquéllas con menor distribución potencial prevista.
La explicación para ello indica que el uso de diferentes algoritmos de modelado genera, por consiguiente, distintas predicciones de existencia. Por ese motivo, para minimizar la variabilidad de las predicciones generadas por diversas metodologías, los autores contemplan un mapa consensual destinado a la evaluación de las distribuciones previstas de las ranas.
Cuando se tienen en cuenta los escenarios con los cambios climáticos previstos para el año 2050, las áreas de distribución potencial de las cuatro ranas arborícolas se achican, algunas de ellas ostensiblemente. Éste es el caso de D. minutus, con una pérdida de hábitat del 52%.
En comparación con su distribución actual, está previsto que las especies S. fuscomarginatus y S. fuscovarius experimentarían una pérdida de áreas climáticas apropiadas del 43% y del 31%, respectivamente. La especie menos afectada sería D. nanus, con una reducción de hábitat potencial del 14% en el año 2050.
Las áreas potenciales para las cuatro especies, grosso modo, se superponen. Así las cosas, y de cara al escenario de cambio climático, cabe esperar que las especies que poseen mayor distribución actualmente sean aquéllas que experimenten mayores pérdidas de áreas climáticamente favorables. El mejor ejemplo de ese contraste es el que se verifica para la pérdida de un 52% de áreas climáticamente favorables para D. minutus.
Pero la disminución del área total de hábitat potencial para cada especie no se traduce sencillamente en su extinción. “No estamos diciendo que estas especies van a desaparecer”, subraya Vasconcelos. “Las especies que logren responder a los cambios climáticos con alteraciones de comportamiento y fisiológicas tendrán grandes posibilidades de permanecer en sus hábitats actuales.”
En tanto, aquéllas que sean incapaces de ello tenderán a extinguirse localmente. En otras palabras, habrá poblaciones que podrán desaparecer de los sitios en los cuales el clima será distinto para la especie en general y seguirán viviendo en aquellas regiones donde el clima sufrirá menos alteraciones.
“Los organismos que habitan las regiones tropicales ubicadas más al norte ya están en un ambiente más cálido que aquéllos que viven más al sur. Ya están sobreviviendo en un ambiente con altas temperaturas”, dijo Vasconcelos.
“En general, estudios fisiológicos muestran que la capacidad de tolerancia a las temperaturas máximas varía entre 40 °C y 45 °C en los anfibios. Habida cuenta de ello, las poblaciones de esas ranas arborícolas que se encuentran más al norte viven actualmente en el escenario más cercano a su máxima tolerancia térmica”, añadió.
En caso de que en esas zonas las temperaturas sigan subiendo, tal como los modelos lo indican, existen posibilidades reales de que las especies no cuenten con las adaptaciones necesarias como para vérselas con un ambiente más cálido y terminen entonces extinguiéndose localmente.
“Para afrontar un ambiente más cálido, puede producirse una alteración de la época del año en que esas especies presentan su mayor nivel de actividad, lo cual generalmente ocurre durante la reproducción. En ocasiones, los animales ya cuentan con esa capacidad de adaptación, pero sencillamente no la exhiben en las condiciones actuales donde habitan porque no la necesitan”, dijo Vasconcelos.
“Otro recurso de supervivencia sería la búsqueda de ambientes similares a donde vivían, lo cual dependerá de la capacidad de dispersión de los organismos”, dijo.
Vasconcelos destaca que la importancia de este trabajo consiste en que revela aquello que puede esperarse para las especies generalistas, dado que el enfoque principal de los estudios de este tipo recae sobre especies más especializadas o amenazadas de extinción.
Un último resultado más alarmante indica que esas ranas arborícolas generalistas no contarán con áreas favorables en la zona del Pantanal brasileño en 2050. “Esto resulta preocupante en lo que se refiere a las perspectivas de supervivencia de las especies más especializadas, o incluso también de otras generalistas de distintos grupos animales y vegetales”, dijo.
La investigación apunta a su vez a plantear estrategias de conservación. “Pretendemos determinar dónde deberán crearse nuevas reservas y áreas de conservación con base en los modelos predictivos”, dijo Vasconcelos. (Fuente: Agência FAPESP/DICYT).
Fuente y fotografía: Noticias de la Ciencia