La interacción aérea entre humanos y la vida silvestre a menudo queda al margen cuando se valoran las consecuencias ecológicas de la actividad antrópica, explica Sergio Lambertucci, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas de Argentina en la revista Science, donde demanda, junto con otros colegas, la puesta en marcha de medidas preventivas que pueden ir, según cita, desde la producción de superficies opacas (más fácilmente reconocibles para los pájaros) hasta la retirada de las palas eólicas, pasando por la creación de «reservas aéreas».
«Si bien los parques nacionales tienen cierto grado de protección de su espacio aéreo, no han sido pensados específicamente para las especies que utilizan el aire. Por eso planteamos que hay generar áreas para las especies de aves que lo usan para alimentarse o trasladarse. También hay muchas bacterias, hongos y otros organismos importantes porque forman parte de muchos procesos ecológicos importantes, dado que, por ejemplo, podrían tener un papel en la condensación de la humedad y del hielo, influyendo así en la formación de las nubes y del propio clima», subraya en su artículo Lambertucci.
«A veces con soluciones simples, como trasladar unos kilómetros un aeropuerto al diseñarlo, o saber cuáles son las especies de una zona determinada y cómo éstas se mueven, se puede reducir el solapamiento con la vida silvestre aérea que utiliza ese lugar», concluye el profesor, informa la agencia de noticias Ansa Latina.
Fuente y fotografía: ABC