La Planificación Hidrológica 2016-2021, aprobada por el Gobierno en funciones el pasado enero para cumplir con los plazos fijados por Bruselas, amplía los caudales ecológicos de los ríos del país, lo que reduce el volumen de agua que pude usarse para producir electricidad en unos 800 GWh anuales. El impacto económico rondará los 40 millones de euros por ejercicio.
Los caudales ecológicos -el agua que debe circular por los ríos para tratar de mantener sus condiciones naturales- se consideran restricciones previas a todos los demás usos del agua, excepto el abastecimiento urbano. Los planes hidrológicos establecen volúmenes mínimos y máximos de líquido elemento en cada tramo fluvial que los tiene identificados, incluyendo los períodos de sequía.
La última Planificación Hidrológica amplía su número desde 2.500 tramos a 3.250, con cambios muy significativos en algunos ríos, como el Guadiana, el Júcar, el Segura o el Guadalquivir. En este último, por ejemplo, el número de masas de agua con caudales mínimos ha pasado de 60 a 394.
Caudales ecológicos
Los caudales ecológicos son indispensables para conseguir que los ríos estén en buen estado, pero tienen efectos colaterales negativos, sobre todo para los regantes y las hidroeléctricas. En el sector energético ya se han echado las cuentas y la estimación es que reducirán la producción en 800 GWh anuales, lo que supone, dependiendo de los precios del mercado mayorista, una merma de ingresos de unos 40 millones de euros.
Además, esta producción perdida es renovable y tendrá que ser sustituida por la de otras tecnologías limpias más caras -la hidráulica es la más barata- para cumplir los objetivos europeos.
La última versión del Reglamento del Dominio Público Hidráulico (RDPH), publicada en septiembre, obliga a las centrales a adaptarse para servir los caudales ecológicos, algo que conlleva un coste importante y que depende de las características de cada salto. Las empresas tienen hasta final de año para presentar a las conferedaciones hidrográficas los proyectos de modificación de las centrales, que deben incluir un contador para informar sobre el cumplimiento del régimen establecido de caudales ecológicos.
El RDPH autoriza a turbinar el recurso hídrico con carácter ecológico, algo que podría hacerse con minicentrales a pie de los grandes embalses, pero su construcción depende de lo estipulado en la concesión de aguas del aprovechamiento hidroeléctrico.
Incertidumbre para cumplir
Cuando se empezaron a implantar los caudales ecológicos, en la década de 1990, se hablaba de una media del 10% para los niveles mínimos, pero ese porcentaje ha ido creciendo y se prevé que lo siga haciendo, según avanza el conocimiento sobre su función ambiental y los beneficios que aportan; ahora se deciden en función de algunas especies de peces, pero se irán incorporando otros parámetros, como los sedimentos arrastrados por la corriente o los ecosistemas ribereños. Por consiguiente, es muy probable que dentro de seis años, cuando se apruebe un nuevo Ciclo de Planificación, los caudales ecológicos se revisen al alza.
Esta incertidumbre afecta a las decisiones de las empresas sobre las obras que han de acometer, porque la que hagan ahora quizá no sirvan dentro de poco tiempo.
Fuente y fotografía: El Economista