El autor principal de este estudio, publicado en ‘Nature Climate Change’, Myles R. Allen, sostiene que sólo hay dos cosas que pueden afectar a las políticas climáticas actuales que realmente importan para evitar el ‘pico’ de calentamiento terrestre: reducir el coste de la captura de dióxido de carbono a gran escala y la maximización de la tasa media de crecimiento económico que se logra para una tasa de emisión dada.
Según Allen, la forma de conseguir reducir el coste de la captura de carbono a menos de 176 euros la tonelada de dióxido de carbono y la estabilización de temperaturas por debajo de 2ºC requerirá «niveles verdaderamente heróicos de auto-sacrificio de las generaciones futuras».
La implicación, según ha apuntado Allen, es clara. «La inversión temprana en la eliminación de dióxido de carbono es crítica, porque la mayoría de las opciones más baratas, como el almacenamiento subterráneo, tardará décadas en desarrollarse y lograr la aceptación pública», ha declarado.
Del mismo modo, ha indicado que, actualmente, de los miles de millones que se gasta en la lucha contra el cambio climático, sólo una pequeña fracción es remotamente relevante para estas tecnologías de frenado de la contaminación.
Para Allen es necesario un nuevo marco para la evaluación de las inversiones en energía renovable y nuclear. Se recomienda centrarse en la «intensidad del crecimiento del carbono», o maximizar la tasa de crecimiento económico lograda para una tasa de emisión dada. «Sacrificar el crecimiento económico para reducir las emisiones, incluso podría ser contraproducente. Si perjudica la voluntad y la capacidad de las generaciones futuras para reducir las emisiones a cero», ha apuntado.
El experto ha indicado que los países con emisiones per cápita relativamente altas y con un lento crecimiento económico (que incluiría el Reino Unido y la mayor parte de Europa) tienen una responsabilidad particular para invertir en la eliminación de dióxido de carbono. En este momento, estos países son «como un estudiante en quiebra en el bar: seguirá contribuyendo al problema sin contribuir a la prosperidad necesaria para pagar la cuenta», ha concluido.
Fuente y fotografía: El Economista