A finales de 2015, el Consejo de Ministros aprobó la declaración de las primeras 82 reservas naturales fluviales intercomunitarias, es decir, que afectan al menos a dos comunidades autónomas. Al igual que la aprobación de los planes hidrológicos de cuenca, la protección de estos espacios supone una condición indispensable para que España cumpla con la Directiva Marco del Agua (DMA) y con el buen estado de sus recursos hídricos.
Hasta ahora, muchos de los tramos fluviales con escasa o nula intervención humana, que coinciden con las cabeceras de los ríos, estaban englobados dentro de otras figuras de protección, como parques naturales o espacios de la Red Natura 2000 de la Unión Europea, pero no contaban con una figura legal expresa que limite o impida su alteración por extracciones abusivas, invasiones del cauce, encauzamientos o vertidos.
El proceso de declaración ha sido largo y arduo. Además del trabajo de campo realizado por algunas ONG y la obligación de cumplir con la DMA, en 2008 el entonces Ministerio de Medio Ambiente encarga al Centro de Estudios de Experimentación y Obras Públicas (Cedex) una propuesta de catálogo nacional de reservas naturales fluviales en cuencas intercomunitarias. Salieron 357 tramos y 2.927 kilómetros, pero la propuesta contenida en los planes hidrológicos de esas cuencas suman 135 (82 ya aprobadas) y 2.670 kilómetros (1.750 kilómetros en esas 82).
“El informe del Cedex fue una primera aproximación que fue mejorada en los procesos de participación pública de los planes hidrológicos”, señalan desde el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, encargado de aprobar las reservas propuestas en los planes. Además, recuerda que el mismo informe “incluía una categoría de ríos escénicos, es decir, alterados pero bonitos, simplemente para su puesta en valor, que no se pueden declarar como reservas”.
Además de las presentes en cuencas intercomunitarias, el resto de demarcaciones, entre las que se encuentran las internas de Andalucía, Cataluña, Galicia y País Vasco, añaden 80 más, la mayoría ya declaradas. Entre estas hay espacios protegidos asociados a ríos como el Fluvià, Ter, Sor, Guadalete, Tinto o Deba. El próximo paso en todos los casos es otorgarles medidas de gestión para afianzar su protección efectiva.
Una de las ONG que más ha trabajado en la identificación, caracterización y protección de estas masas de agua es la Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos (AEMS-Ríos con Vida). Su secretario general, César Rodríguez, se siente feliz porque “a pesar de las numerosas trabas y dificultades que se han sufrido, la protección de los ríos por fin ha comenzado en España”. No obstante, echa en falta en la lista algunos tramos, porque “la gran mayoría de las cabeceras de los ríos deberían estar protegidas como reservas”.
Desde Ecologistas en Acción, Santiago Martín, su responsable del área de agua, considera también que es un avance interesante pero que, solo en Madrid, “podrían haber entrado el alto Lozoya y el río Madarquillos”. Martín añade también la trascendencia que suponen para la lucha contra el cambio climático: “Resultan esenciales para garantizar la preservación de los ríos de mayor valor natural de nuestro país en un escenario de cambio climático y reducción de los recursos hídricos”.
Un informe presentado por Ecologistas en Acción en la última Cumbre del Clima en París resaltaba que dichos recursos se habían reducido un 20% en España en los últimos 25 años. Por otro lado, un reciente estudio científico publicado enHydrological Sciences Journal y liderado por investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) revela que antes de 2100 el caudal de ríos de la cuenca mediterránea disminuirá de media hasta un 34% en sus cabeceras. A continuación se destacan 10 ejemplos de tramos declarados como reservas naturales fluviales fundamentales para garantizar esos caudales en peligro.
Río Lor
Lugo
La cuenca del río Lor, afluente del Sil, está inmersa en plenas forestas atlánticas de la sierra del Caurel y se convierte así en una de las máximas responsables de su buen estado de conservación. No en vano, la memoria justificativa de la declaración como reserva resalta que más del 90% de la vegetación conserva un alto grado de naturalidad, con ejemplos significativos de saucedas cantábricas (formación exclusiva de la vertiente sur de la cordillera Cantábrica), abedulares y alisedas submediterráneas. Los casi 20 kilómetros de tramos que incluye abarcan afluentes como el Brancha, Viela y Pequeño.
Río Porcía
Asturias
La demarcación hidrográfica del Cantábrico occidental, aun siendo de las más pequeñas, alberga 14 reservas ya declaradas (solo superada por las 15 del Tajo) y ocupa 227 kilómetros (rebasada también solo por el Tajo y el Guadalquivir). La del río Porcía abarca 51 kilómetros que se reparten entre el cauce principal (unos 30 kilómetros desde el nacimiento hasta la desembocadura en el mar Cantábrico) y sus afluentes Folgueira, Cabo, Cerdedo y Mazo. A pesar de recibir impactos en forma de tendidos eléctricos, núcleos urbanos, uso forestal y el trazado casi en paralelo de una carretera, este espacio ya era lugar de interés comunitario (LIC) antes que reserva natural fluvial, especialmente por el buen estado de conservación de su vegetación.
Río Urbión
La Rioja
La cuenca del río Ebro ha logrado incluir 13 tramos entre la primera remesa de reservas naturales declaradas. Dos de ellas se encuentran en La Rioja. La más significativa es la del río Urbión, cauce incluido en su integridad (28,7 kilómetros), desde el nacimiento en una laguna de origen glaciar a la desembocadura en el Najerilla. Según la memoria que justifica su protección, “el cauce de dominio público hidráulico presenta ciertas presiones antrópicas dentro de su cuenca que, sin embargo, no alteran de forma significativa sus procesos naturales”. El curso se define como confinado y sinuoso en casi su totalidad: “Discurre por un valle abrupto con puntos de interés paisajístico con pequeños desfiladeros rocosos y cascadas de agua”. Mantiene entre un 50% y un 70% de su vegetación fluvial natural, incluidas fresnedas.
Alto Carrión
Palencia
En contraposición a la del Cantábrico occidental, una cuenca escasamente representada entre las primeras reservas declaradas es la del Duero. Solamente se incluyen cuatro que suman 60 kilómetros. Casi la mitad de esta longitud (26 kilómetros) corresponden al Alto Carrión, representado por un tramo del río del mismo nombre y dos de sus afluentes, los arroyos de Arauz y Valdenievas. Como ocurre con el río Lor en Ourense, en este caso también destacan las saucedas cantábricas, que imprimen un alto grado de naturalidad al entorno y suben la valoración general de la zona a “excelente”. El tramo protegido, desde el nacimiento al embalse de Camporredondo, está en parte dentro del parque natural de las Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina.
Río Matarraña
Teruel y Tarragona
Hay una frase curiosa que circula por Internet, y que la recoge la entrada de Wikipedia de este cauce, que lo define como “el río mediterráneo mejor conservado del planeta”. No es para tanto, y menos a partir de su curso medio, donde, según la propia Confederación Hidrográfica del Ebro, “su amplio lecho fluvial se presta a su utilización como acceso a fincas y la extracción de abundantes gravas”. Sin embargo, la masa de agua formada por su nacimiento en los puertos de Beceite y el río Ulldemó, hasta el azud de elevación al embalse de Pena (casi 10 kilómetros), sí está considerada como muy bien conservada y merece estar entre las reservas protegidas. La calidad del agua y la combinación de mimbreras, saucedas y fresnedas compensa la acción conjunta de captaciones de agua para consumo de poblaciones y agrícola, azudes y actividades acuáticas.
Río Tajo
Cuenca
Esta reserva servirá para reforzar la protección de un paisaje que ya cuenta con las figuras de parque natural, LIC y zona de especial protección para las aves (ZEPA). Se trata de más de 48 kilómetros que abarcan desde el nacimiento del Tajo hasta Peralejos de las Truchas. La cuenca de este río es la que más reservas aporta al total de 82: 15, y 4 de ellas, incluida la del Alto Tajo, con la valoración general de “excelente”. La memoria justificativa de su declaración los considera una “buena representación de los diferentes tramos de un río de montaña mediterránea calcárea, conformando un paisaje fluvial de gran belleza por su alto grado de naturalidad”. Saltos, pozas, rápidos, remansos y farallones calizos propician la existencia de una gran variedad de hábitats.
Río Jarama
Madrid y Guadalajara
Antes de que este río sufra las hieles de la gran conurbación de la capital, disfruta de las mieles cercanas a su nacimiento, donde baña uno de los emblemas de la naturaleza madrileña: el hayedo de Montejo de la Sierra. Son 28 kilómetros hasta el embalse de El Vado, dejando la provincia de Guadalajara en su margen izquierda y Madrid en la de la derecha. El mantenimiento de una vegetación de ribera en muy buen estado hace que, además de hayas, pervivan en su entorno sauces, avellanos, álamo temblón, abedules y brezales. La existencia de varias especies de peces autóctonos y de la nutria convierten el tramo en indispensable para la viabilidad de los ecosistemas que conecta como corredor ecológico.
Río Almonte
Cáceres
Uno de los ejemplos de cauce casi inalterado que con más notoriedad exponen las asociaciones conservacionistas, especialmente desde AEMS-Ríos con Vida. Sus 90 kilómetros transcurren entre paisajes de relieve del norte cacereño, como Las Villuercas y la sierra de Guadalupe. Un informe de WWF elaborado por un biólogo experto en estas tierras, Alfredo Ortega, resalta especialmente su condición de “corredor ambiental desde su nacimiento hasta su desembocadura, permitiendo el libre tránsito de especies animales y constituyendo un paradigma de continuo ecológico infrecuente en España”. La reserva abarca desde el río Garciaz hasta el embalse de Alcántara, contiene un grado de naturalidad de la vegetación alto (70%-90%) y en sus aguas habita una de las comunidades piscícolas mejor conservadas del país, con especies autóctonas como los barbos ibérico y comiza, pardilla, boga y calandino.
Río Estena
Ciudad Real, Toledo y Badajoz
La amplia cuenca del Guadiana solo aporta tres reservas, pero una de ellas, la delimitada principalmente por el río Estena y sus afluentes Estenilla y Estomiza, con 112 kilómetros, es la de mayor longitud tanto de las ya declaradas como de las pendientes de protección. La zona delimitada abarca también el río Frío y los arroyos de las Peralosas, Carabillo y del Pueblo. La valoración general que se le otorga es de excelente, destacando que tanto el Estena como el Estenilla tienen una gran importancia por sus comunidades de peces, entre las que destacan las poblaciones de barbos autóctonos, calandino y jarabugo, este último considerado en peligro de extinción en el catálogo nacional de especies amenazadas. El río Estena adquiere aún más notoriedad al cruzar el parque nacional de Cabañeros.
Río Genil
Granada
Proteger los primeros 56 kilómetros del río Genil y de sus fuentes y arroyos supone dar un paso importante para afianzar la conservación de Sierra Nevada (sus primeras corrientes bajan de los picos Mulhacén y Veleta) y el abastecimiento de agua a importantes localidades andaluzas, como Granada, Écija o Palma del Río. La reserva incluye los arroyos y ríos Covatillas, Vadillo, Vacares, Valdeinfierno, Guarnón y San Juan, y está dentro de los límites del parque nacional de Sierra Nevada. En el nacimiento del principal afluente del río Guadalquivir, aparte de la notoriedad de arces, robles, castaños y serbales, es relevante la vegetación más baja que acompaña a estos tramos, los denominados “borreguiles”, repletos de endemismos botánicos de gran valor.
Fuente y fotografía: El País