A nivel mundial, la actividad agropecuaria usa alrededor del 70% de toda el agua disponible en el planeta y se calcula que en los próximos años su consumo aumente hasta en un 55%, gracias al incremento de la población y sus demandas. La Huella Hídrica se presenta como un indicador de impacto ambiental que permite identificar el volumen de agua utilizada directa o indirectamente en un proceso productivo, caracterizando el uso que se da al recurso hídrico y el impacto de las diferentes prácticas de manejo.
En el marco del Convenio MADR-CIAT “Clima y Sector Agropecuario, adaptación para la sostenibilidad productiva”CIAT ha desarrollado diferentes trabajos en el sector agrícola en la cuantificación de la huella hídrica en los cultivos de maíz, arroz, papa y palma de aceite, lo que ha permitido generar estrategias de manejo con un menor impacto ambiental. De la mano de FEDEGAN-FNG actualmente se ejecutan las labores para la cuantificación de la huella hídrica en sistemas de lechería especializada en la región comprendida entre el valle de Ubaté y Chiquinquirá, zona en la cual se concentran alrededor de 170 mil bovinos en 13 mil predios ganaderos y se producen cerca de 800 mil litros de leche diariamente.
Midiendo directamente con agricultores
Según estimaciones mundiales para producir un solo litro de leche son necesarios cerca de mil litros de agua, aunque este valor parece ser muy alto, es una aproximación valida a lo que realmente puede estar sucediendo. La idea del proyecto es hacer mediciones directas en cada finca evaluando los sistemas de manejo de pequeños, medianos, y grandes productores en los municipios de Caldas y San Miguel de Sema en Boyacá y Simijaca en Cundinamarca.
Para lograrlo es necesario hacer una caracterización completa del predio buscando identificar el impacto de las prácticas de manejo sobre el recurso hídrico. Con este propósito, en días pasados el grupo de trabajo llevo a cabo la instalación de todos los equipos necesarios para la cuantificación del uso del agua, tales como pluviómetros automáticos, tanques evaporímetros, sensores de humedad y lisímetros de succión, los cuales permiten hacer un seguimiento detallado a la dinámica del agua en el sistema suelo-pastura-animal-atmosfera y así llegar a un valor más real de la cantidad de agua extraída y contaminada para la producción de un litro de leche en la región.
Una vez tengamos consolidado el valor de huella hídrica se hace la evaluación de la misma, donde se identifican los puntos críticos de mayor consumo de agua y en los cuales el productor se ve más expuesto a escenarios de sequias prolongadas. Sobre esta base se construyen las estrategias de manejo con miras a reducir el impacto ambiental y hacer un uso más eficiente del agua.
La meta a futuro es preparar al sector ganadero en los temas relacionados con el agua para así tomar mejores decisiones sobre cómo manejar el recurso hídrico, gestionar procesos productivos más eficientes y sostenibles estableciendo políticas y acciones concretas, lo que trae consigo beneficios a nivel de gobierno, empresa privada o productor y para la sociedad civil en general.
Fuente y fotografía: CIAT