Parece algo contradictorio, pero sucede. En el desierto de Atacama, en Chile, considerado como el más árido de la Tierra, cada cinco o siete años, de septiembre a noviembre, su aspecto cambia y se transforma en una inmensa alfombra compuesta de flores malvas, suspiros, patas de guanacos y celestinas transforman el paisaje entre el norte de la Serena y el Sur de Antofagasta en un tapiz multicolor de intensos olores.
Este año habrá floración y se adelanta un poco a la habitual. Alcanzaría su punto álgido entre esta semana y la primera quincena de septiembre. Se espera un desierto aún más florido que los registrados en 2015 y 1997. La zona donde se podrá disfrutar mejor de este curioso espectáculo es en los sectores costeros de Huasco, debido a la cantidad de precipitaciones registradas en el sur de la tercera región.
La Región de Atacama lanzó una campaña educativa dirigida a los turistas que piensen visitar esta zona para observar este fenómeno único de la naturaleza. «Los invitamos a hacerlo con cuidado y responsabilidad, respetando las normativas establecidas por las autoridades municipales, los senderos dispuestos por Conaf, evitando cortar las flores y transitar con vehículos por lugares no habilitados», explicó la intendenta de Atacama, Alexandra Núñez.