Desde el pasado lunes 2 de diciembre se reúnen en Madrid empresas, administraciones y  asistentes en la llamada COP25. Ubicada IFEMA, la Cumbre del Clima organizada por Naciones Unidas es una cita llamada a ser la más importante para lograr frenar el cambio climático y evitar la catástrofe. Y existe un objetivo claro: limitar el aumento de la temperatura media del planeta en 1,5°C.

De este modo, las delegaciones que participan en la cumbre del cambio climático de Chile que se celebra estos días en Madrid tienen apenas dos semanas para alcanzar un acuerdo vinculante que permita conseguir el objetivo.

El aumento de la temperatura, según la opinión prácticamente unánime de la comunidad científica, está impulsado por los gases de efecto invernadero vinculados a la actividad humana. El principal es el dióxido de carbono y la mayor fuente emisora son los combustibles fósiles –petróleo, gas y carbón–, que acumulan el 75% de todo ese CO2. Según el informe anual del Global Carbon Project –un grupo internacional de científicos que lleva desde 2006 radiografiando este problema–, 2019 se cerrará con un incremento de las emisiones de CO2 del sector fósil de un 0,6% respecto al año anterior.

En principio, este leve incremento o estancamiento podría considerarse una buena noticia, ya que el aumento de las emisiones es sensiblemente menor al de años anteriores: en 2018 crecieron un 2,1% y en 2017 un 1,5%. Pero ya no basta con un estancamiento para afrontar esta crisis. Es por esta razón que se necesita fijar un límite para redirigir el camino que el Planeta y la raza humana necesita que se realice para la supervivencia de todos.

La cita, organizada por Chile pero celebrada en la capital española, será un centro de reuniones y negociaciones hasta el próximo viernes 13 de diciembre.