Naciones Unidas fijó el 19 de noviembre como Día Mundial del Retrete. Puede parecer jocoso dedicar un día a algo que puede parecer banal, pero en el fondo no lo es. El objetivo de la ONU, con el lema “No dejar a nadie atrás”, es evidenciar que un retrete no es solo un retrete sino que salva vidas, salvaguarda la dignidad y crea oportunidades.

Según datos de la organización, en la actualidad, 4200 millones de personas carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura, 673 millones todavía se ven obligadas a practicar la defecación al aire libre y 3000 millones no disponen de instalaciones básicas para el lavado de manos.

Como consecuencia de esta crisis de saneamiento, los residuos de origen humano sin tratar propagan enfermedades al contaminar el suministro de agua y la cadena alimentaria de miles de millones de personas. Se estima que los servicios de saneamiento deficientes provocan cada año 432 000 muertes por enfermedades diarreicas.

En conjunto, el mundo dista mucho de poder alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, cuya finalidad es garantizar la disponibilidad de agua y saneamiento para todos de aquí a 2030. Además, la financiación que se destina a ello es insuficiente, la demanda de los servicios aumenta, la contaminación del agua se agrava y, a menudo, las actuales estructuras de gobernanza son precarias y están fragmentadas.