Un equipo de científicos, dirigidos por la Universidad de Utah en EE UU, ha analizado la actividad en Twitter del fenómeno lémur. El estudio, publicado en la revista PLoS ONE, revela que los vídeos virales de animales adorables pueden tener un lado oscuro, al alimentar su demanda como mascotas. Esta especie se hizo famosa en 2016 tras ser protagonista de #Cienciaalobestia donde aparecía pidiendo arrumacos a unos niños de Madagascar. El vídeo tuvo en Facebook unos 20 millones de visitas la primera semana.
Los investigadores del Pet Lemur Survey Initiative descargaron y estudiaron cerca de 14.000 tuits en inglés que mencionaban a lémures en cautividad o como mascotas durante un periodo de 18 semanas anteriores y posteriores a la publicación del vídeo. Los resultados muestran que, a medida que el vídeo se compartió, la cantidad de tuits en los que se expresaba la voluntad de querer un lémur como mascota o se preguntaba dónde comprar uno se duplicaron.
Sin embargo, “sabemos que prácticamente ninguna de las personas que tuiteó acerca de querer un lémur como mascota después de ver el video viral realmente lo tiene”, confiesa la primera autora, Tara Clarke, que era profesora asistente de Antropología evolutiva en la Universidad de Duke (EE UU) en ese momento.
A los investigadores les preocupa que estos fenómenos virales alienten a los traficantes de la vida salvaje, sobre todo en Madagascar, el único lugar donde viven estos primates en peligro de extinción. “La percepción de las personas al ver los vídeos o las fotos en redes sociales podría generar impactos negativos indirectos”, añade Clarke.
La crítica situación de los lémures
Aunque en la isla de Madagascar es técnicamente ilegal tener a un lémur como mascota, las leyes son difíciles de hacerse cumplir, sobre todo en las aldeas remotas donde hay poco control policial.
Hace 20 años, la población de lémures de cola anillada se estimaba en más de 750.000 ejemplares. Ahora, viven menos de 5.000.