Luego de cuatro años en los que perforó ocho pozos sin obtener resultados, María José Vila, una monja agustina del monasterio de las Agustinas Recoletas en la diócesis de Machakos-Makueni, lo consiguió. Así es como abastecerá el convento a través de un aljibe. “El convento agustino está en una zona muy seca y necesitábamos agua con ugencia” afirmó la monja agustina de 62 años, a la agencia AVAN. Aunque antes de iniciar este proyecto “nos aconsejaron abandonar y marchar a otro lugar”, pero ellas decidieron quedarse “para dar testimonio y seguir luchando porque no podemos huir de la penuria”, dijo la nativa de Guadassuar.
Las obras del aljibe, construido en el río seco Kaiti, comenzaron en julio de 2008 “después de haber excavado ocho pozos en busca de agua sin éxito”, agregó. Una vez terminado, “tardamos un año en instalar 2,5 kilómetros de tuberías subterráneas hasta el convento”. Además según afirmó la religiosa, durante “mucho tiempo” el agua llegó “contaminada y salada” hasta que “pudimos costear la colocación de un purificador”. Finalmente, y tras casi cuatro años de obras, “desde hace unos meses por fin tenemos agua limpia”.
La comunidad que dirige la monja valenciana está formada por otras 24 religiosas nativas, una filipina y varias novicias. Pero Vila no se ha conformado con conseguir el agua para su comunidad sino que planea construir una presa cerca del convento para que la gente del pueblo “pueda tener agua”.