Tras la prohibición de ciertos tipos de residuos en China, muchos países se ven obligados a buscar nuevo destino para la basura que generan. Es el caso de España, que no tiene capacidad de reciclar todos los residuos que produce y las empresas deben poner solución a materiales como el plástico.

China era el destino de gran parte de los deshechos de los españoles debido a la existencia de numerosas fábricas que los compraban como materia prima para hacer productos. Pero, con el objetivo de garantizar la sostenibilidad medioambiental del país, el pasado julio el Gobierno chino anunció esta medida y ha entrado en vigor este mes.

Según el consejero jefe de la Oficina Económica y Comercial de España en Shanghái, Alfonso Noriega, “las restricciones afectan directamente a las empresas españolas exportadoras limitando el tamaño de un mercado que absorbía una cantidad significativa de este tipo de residuos”.

Los datos del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) recogidos en 2016 indican que se exportaron a China más de 138 toneladas de “desechos”, desperdicios y recortes de plástico.

La empresa española Fosimpe fue una de las que realizó exportaciones y el director de su oficina en Shanghái, Pablo León, señaló que el 70% del plástico que gestionaban iba a China y el resto a otros países del sudeste asiático, sobre todo a Malasia, Vietnam y Tailandia.