La vaquita marina se extingue. Aún no lo ha hecho, pero son tan pocos sus ejemplares que solo puede afirmarse que está al mismo borde de la extinción. Si hace apenas unos meses hablábamos de alrededor de 60 ejemplares en la vida silvestre, ahora sabemos que el último estudio que da una cifra aproximada de los ejemplares que quedan considera que apenas son 30.
El último estudio del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita marina (CIRVA) redujo la estimación a la mitad. Un conteo del que dudan las autoridades oficiales por utilizar un método distinto al suyo, si bien no cabe duda de que sean tres decenas o el doble, estamos ante una situación de máxima urgencia.
Según el informe del CIRVA, la población de este cetáceo, el más pequeño y amenazado del mundo, ha disminuido en un 90 por ciento en los últimos 5 años y, de acuerdo con su último estudio, desde 2015 su población ha descendido a la mitad, pasando de 60 a los 30 actuales.
Las amenazas: pesca y contaminación
¿Pero, cómo ayudarla, es posible salvarla? Mientras su hábitat, las aguas del Golfo de California, sigan siendo un lugar hostil para ellas, difícilmente se puede detener su rápido avance hacia la extinción.
En particular, le afecta la pesca con un tipo de redes que se utiliza para pescar al pez totoaba de forma ilegal, afectándolas a ellas, puesto que también las captura. Por lo tanto, se trata de una actividad ilegal, si bien se lleva a cabo de forma clandestina, y la vaquita marino no deja de perder población a consecuencia de ello.
Asimismo, el pez totoaba está en las mismas, puesto que se trata de otro animal en peligro de extinción. A ello, por otra parte, hay que sumar la mala calidad de las aguas, polucionadas con fertilizantes y pesticidas utilizados en la agricultura.
Medidas para salvarla
Hasta ahora, se han tomado algunas medidas para intentar frenar la pérdida de población. Entre otras, el uso de drones por las fuerzas armadas de México para controlar la pesca ilegal, la prohibición de las redes agalleras y con la firma por 182 países de la Convención sobre del Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITIES) para salvarla.
Pero no es suficiente. Salvar a esta especie endémica de México, exige medidas más drásticas que deberían tomarse de forma urgente y además resultar eficaces. Entre otras, las asociaciones conservacionistas y expertos en general afirman que se hace necesario prohibir permanentemente la pesca con redes de enmalle, así como aumentar la vigilancia.
Si realmente se busca salvarla, hay que aumentar los esfuerzos e implementar medidas conjuntas, pues de otro modo la extinción será inminente. Los especialistas del CIRVA consideran que la medida más efectiva sería la prohibición de dichas redes.
Solo así, con una prohibición permanente que por otro lado debería hacerse efectiva, sería posible una mejoría. Hasta ahora, solo se ha prohibido durante dos años, y las compensaciones que se realizan a los pescadores por ello no son todo lo equitativas que debieran, según descubrió el Centro para la Diversidad Biológica al consultar la información de los beneficiarios.
La prohibición de la pesca de totoaba es clave para salvarla, y no se hace nada efectivo, nos recuerda Miguel Rivas, coordinador de la campaña de Océanos de Greenpeace:
Desde hace 20 años sabemos que la vaquita está en peligro de extinción y que si no se hacía nada al respecto se iba a acabar extinguiendo. En realidad, nadie ha parado nunca la pesca de totoaba en la zona, ni siquiera el decreto del actual Gobierno de hace casi dos años.
Otra de las propuestas para salvar a la vaquita consiste en recluirlas en un santuario para su protección, con lo que se evitarían muchas muertes al tiempo que se fomentarían nuevos nacimientos. A juicio de los expertos, sería una solución interesante si se aplicara junto con la prohibición de la pesca de totoaba.
De otro modo, sería una solución a medias. Solo acabando con la principal causa de su declive es posible tener éxito a largo plazo. Además, su cautiverio podría ser perjudicial para los pocos ejemplares que quedan, opinan desde Greenpeace.
Por lo tanto, su cautiverio solo se valora como una medida puntual, orientada a evitar la desaparición de la especie, con lo que sería algo coyuntural. No en vano, la captura de los animales para mantenerlos cautivos sería una mala solución en sí misma pero quizá podría encajar dentro de un plan estratégico orientado a conseguir que su reintroducción en un hábitat natural sea factible.
Sea como fuere, mientras los expertos debaten sobre estas y otras posibles soluciones, coinciden en pedir a las autoridades mexicanas que muevan ficha, pues de otro modo el fracaso está cantado.
Todavía hay esperanza
Por último, consideran que todavía es posible hacerlo, pero al mismo tiempo advierten que se trata de “la última oportunidad”. A tal respecto, alertan que la cuenta atrás corre más veloz de lo que imaginamos, lo cual no debe hacernos desistir.
Muy al contrario, que sea una situación muy “triste y desgraciada” debe servir para seguir confiando en que pueda salvarse y utilizar ese convencimiento como motor para la implementación de medidas que realmente funcionen.
“Todavía hay esperanza para la vaquita”, dice Kate O’Connell, consultora de mamíferos marinos de Animal Welfare Institute (AWI). En eso confiamos, pero como suele decirse, a Dios rogando, y con el mazo dando porque, como también suele decirse, si no se quiere trabajar, de nada vale rezar.
Fuente y fotografía: Ecología verde