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2.400 millones de personas siguen sin poder acceder a un aseo de una forma digna

2-400-millones-de-personas-siguen-sin-poder-acceder-a-un-aseo-de-una-forma-dignaLa comunidad internacional ha reconocido que el acceso al saneamiento básico es un elemento indispensable para conseguir la erradicación de la pobreza y mejorar los índices de desarrollo humano. Lograrlo es más complejo de lo que parece. La realidad es que, si bien se han hecho esfuerzos en todo el mundo para reducir a la mitad las personas que en el año 1990 no tenían acceso a una instalación de saneamiento mejorado, la meta de saneamiento fijada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio no se ha alcanzado por casi 700 millones de personas. En la actualidad, 2.400 millones de personas siguen sin poder cubrir sus necesidades más básicas de saneamiento de una forma digna. De ellas, 946 millones carecen de cualquier tipo de instalación y no tiene otra alternativa que defecar a diario al aire libre.

El primer paso ya está dado. La comunidad internacional, representada por la Asamblea General de Naciones Unidas junto con todos sus expertos sectoriales, han reconocido la necesidad de colocar el saneamiento en un lugar destacado de la Agenda del Desarrollo Sostenible, aprobando una meta específica, la 6.2, que exhorta a los gobiernos, a la iniciativa privada y a la sociedad en general a «lograr el acceso equitativo a servicios de saneamiento e higiene adecuados para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables».

Esta meta viene a reconocer el efecto nocivo de no tratar los excrementos humanos y las aguas servidas de forma segura, no sólo en la propagación de enfermedades sino también en la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, en la escolarización especialmente de las niñas después de la pubertad, en la reducción de la malnutrición o en la seguridad ante el riesgo de una exposición constante a ataques de animales o violaciones cuando no se tiene una instalación cerca del hogar, la escuela o el centro de trabajo.

¿Y porqué resulta tan complejo mejorar las tasas de cobertura y los niveles de servicio en materia de saneamiento básico?. Si está tan clara su vinculación con el disfrute de otros derechos humanos (salud, educación, alimentación, igualdad de género,…) ¿cuáles son las barreras para su realización?

La experiencia de ONGAWA a lo largo de 25 años en África y América Latina apunta algunas de las claves:

  • A pesar de tratarse de un problema de salud de escala mundial (podrían evitarse 280.000 muertes al año) sigue considerándose un problema limitado a la esfera personal o familiar, muchas veces tabú, dejando la solución a la iniciativa individual.
  • Su solución requiere de una inversión global de aproximadamente 21,5 mil millones de dólares hasta el año 2030 (según estimaciones del Banco Mundial), pero no hay que olvidar el coste mucho mayor, estimado en 260 mil millones de dólares, que a día de hoy están asumiendo los países más pobres por las consecuencias derivadas de la falta de acceso.
  • Las intervenciones de desarrollo en saneamiento no pueden basarse únicamente en el despliegue de infraestructura, sino que deben ir acompañadas de programas de cambio de hábitos higiénicos, promoción de la oferta de servicios relacionados y en capacitación tanto en elaboración de políticas como en operación y mantenimiento de los servicios.
  • Para alcanzar un impacto sostenible, debe asegurarse el servicio continuado al saneamiento y no sólo el acceso a una instalación, incluyendo la cadena completa (mantenimiento, almacenamiento de residuos, transporte, tratamiento, eliminación y/o reutilización).
  • Para alcanzar el acceso universal hay que priorizar a los grupos más vulnerables e históricamente excluidos, para no seguir aumentando la desigualdad. Para ello es imprescindible hacer asequibles las inversiones iniciales y/o los costes de conexión a los sistemas colectivos pero también el acceso diario al servicio.
  • Las soluciones tecnológicas elegidas y las metodologías de promoción del saneamiento deben adecuarse a cada contexto social y cultural, ya que no hay soluciones globales. Es, por ejemplo, el caso de la India, cuyo esfuerzo en la reducción de estigmas sociales ha conseguido una disminución del 31% en los índices de defecación al aire libre, lo que ha supuesto, sólo en este país, el acceso de 394 millones de personas a saneamiento mejorado en los últimos 15 años.
  • El problema no es homogéneo, afectando más a las zonas rurales que a las urbanas (54% de la población rural sin acceso básico frente al 24% de la población urbana), tradicionalmente con menores niveles de inversión, y lo sufren de forma especial las mujeres, lo que no suele visibilizarse a causa de sus bajos niveles de participación en la esfera pública e incluso en la toma de decisiones sobre el uso de los recursos en el ámbito familiar.

En la era de la innovación, en donde lo que no utiliza control remoto, no se basa en realidad virtual o no se transmite a través de materiales superconductores parece no merecer nuestra atención, no podemos asumir sin vergüenza que el acceso al saneamiento básico en cualquier lugar del mundo siga siendo un reto sin alcanzar.

Fuente y fotografía: El País

18 noviembre, 2016

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