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Los flamencos vuelven a reproducirse en el Delta de l’Ebre

Los flamencos vuelven a reproducirse en el Delta de l'EbreLas crías del Phoenicopterus roseus, especie protegida ligada a la imagen del Delta de l’Ebre, se convertirán de nuevo, si todo sigue según lo previsto, en un regalo para el parque natural. Premio al esfuerzo de sus técnicos, gestores y voluntarios, que cada año se desviven para proteger el flamenco y la zona que ha escogido desde hace más de 20 años para reproducirse, en la reserva de la Punta de la Banya, en un espacio natural de máxima protección perteneciente a Sant Carles de la Ràpita (Montsià). Especialmente relevante porque el pasado año la emblemática ave, muy sensible a cualquier factor externo cuando se aparea, no encontró las condiciones idóneas para procrear.

Aunque con retraso respecto a las fechas habituales de cría, el flamenco ha encontrado su particular reducto en uno de los diques de las salinas de la Trinitat. El lugar escogido para su reproducción de una de las 350 especies de aves catalogadas en el Delta de l’Ebre explica las dificultades que está encontrando el flamenco por culpa de la superpoblación de gaviota patiamarilla ( Larus michahellis), con una colonia de unos 30.000 ejemplares.

Conocida también como argéntea, se trata de una agresiva especie de gaviota que ha entrado en competencia directa con el flamenco en los últimos nueve años, apartándolo del lugar donde se acostumbraba a reproducir, en la isla de la Tora dels Conills. Justamente el flamenco se vio forzado a empezar a trasladarse a partir de entonces hacia los diques de las salinas, aunque aquí la colonia es “mucho más vulnerable a los ataques de los depredadores terrestres”, destaca el Departament de Territori i Sostenibilitat.

Con la experiencia del pasado año aún muy reciente, cuando los depredadores terrestres y la dichosa gaviota frustraron la cría, el parque natural, “consciente de la gravedad del problema”, ha empezado a aplicar medidas de control de las poblaciones de gaviota patiamarilla y los zorros en las salinas. Se reforzará a partir de estas fechas la vigilancia en la reserva de la Punta de la Banya y se empezará a preparar el plan para realizar, este verano, el tradicional y ansiado anillado de las crías.

La identificación de los flamencos nacidos en el Delta de l’Ebre, una de las actividades más esperadas y con mayor repercusión en el parque natural cuando se realiza con los voluntarios, necesita de un mínimo número de ejemplares. La dificultad de las parejas de flamencos para reproducirse en el humedal ebrense no surgió en el 2015. Desde 2011, cuando se superaron las 3.000 parejas y las mil crías, se ha registrado una disminución del número de parejas y por consiguiente de polluelos. Algunos expertos advierten de que sólo el trabajo constante para lograr reducir la colonia de gaviotas argénteas, tarea compleja, garantizará la continuidad de la cría del flamenco y de otras especies protegidas de gran valor, como la gaviota de Audouin, que concentra en el Delta el 70% de su población mundial (14.000 parejas), y que también está siendo desplazada.

Aunque hay referencias de la cría del flamenco en esta zona desde el siglo XVI y datos de varios intentos fallidos en los años 70 y 80, la especie no se empezó a reproducir con éxito hasta 1993, convirtiendo esta colonia en una de las pocas estables de todo el Mediterráneo occidental. Desde entonces, ha criado con éxito en 21 ocasiones (84% de los años) y el número de parejas ha oscilado de las 3.139 de hace siete años a las 251 de 1992, cuando ningún polluelo logró sobrevivir.

Recuento a vista de pájaro

Un vuelo fotográfico a 400 metros de altitud, realizado así el pasado 14 de junio para no molestar a las parejas de flamencos, ha permitido al equipo técnico del parque natural del Delta de l’Ebre contabilizar las parejas reproductoras: 898. Ni una más ni una menos. Aunque con la mayoría de las especies los técnicos del parque natural realizan el recuento desde tierra, a distancia, la gran sensibilidad del flamenco a cualquier cambio externo cuando está en época de cría obliga a extremar las precauciones para no interferir. Precisamente porque detesta cualquier molestia foránea, la especie elige normalmente espacios tranquilos y rodeados de agua para impedir el acceso de depredadores como el zorro o el tejón.

Fuente y fotografía: La Vanguardia

27 junio, 2016

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