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En diez años, las corrientes marinas transportan la basura a cualquier lugar del mundo

En diez años, las corrientes marinas transportan la basura a cualquier lugar del mundoLos desechos depositados por el ser humano en los mares y los miles de millones de organismos unicelulares que forman parte de conjuntos denominados fitoplancton pueden desplazarse de una región oceánica del mundo a casi cualquier otro lugar del planeta debido a las corrientes marinas en menos de una década, más rápidamente de lo que se pensaba, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos).

Los investigadores hallaron que esto ocurre con los desechos plásticos, las partículas radiactivas y prácticamente otros restos flotantes depositados por el ser humano y que ensucian los mares, con lo que, según apuntan, “la contaminación puede convertirse así en un problema lejos de donde fue originada unos pocos años antes”.
El hallazgo de que estos materiales pueden moverse por todo el mundo en apenas 10 años sugiere que la biodiversidad de los océanos puede ser más resistente al cambio climático de lo que se creía, según el estudio, publicado en la revista ‘Nature Communications’. El fitoplancton es la base de la cadena alimentaria marina y su rápida difusión permitirá repoblar rápidamente las áreas donde los mares se calientan o la acidificación del océano les ha diezmado.
“Nuestro estudio muestra que el océano es bastante eficiente en el movimiento de las cosas”, dijo Bror Fredrik Jönsson, investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Princeton, que dirigió el estudio junto a James R. Watson, ahora científico de la Universidad de Estocolmo (Suecia).
Jönsson indicó que los resultados del estudio suponen “una sorpresa para mucha gente”. “De hecho, estuvimos dos años confirmando este trabajo para asegurarnos de que lo hicimos bien”, añadió.
El estudio se basa en un modelo que sirve para materiales que no tienen capacidad de controlar sus movimientos, como el fitoplancton, las bacterias y la basura marina desechada por el ser humano. Los organismos que controlan sus desplazamientos, incluso en pequeña cantidad (como el zooplancton, que puede dominar su posición vertical en el agua), están fuera de la investigación, así como barcos, que sobresalen por encima del agua y pueden ser empujados por los vientos en la superficie.

ALGORITMO

Los investigadores aplicaron un algoritmo para calcular la ruta más rápida de un objeto a través de las corrientes oceánicas entre varios puntos del globo. La mayoría de los estudios previos observaron sólo una circulación de fitoplancton dentro de las regiones. La base de datos de Jönsson y Watson es análoga a los gráficos de kilometraje que pueden encontrarse en un mapa de ruta que muestra la distancia entre dos ciudades, además de que indica la velocidad de desplazamiento.
Jönsson y Watson confirmaron que los tiempos de viaje calculados por su modelo fueron similares a los que tardaron objetos reales en el océano al ser transportados por las corrientes, como 29.000 patos de goma y otros juguetes plásticos de baño derribados de un cargero chino en 1992 y que desde entonces se han rastreado como método para la comprensión de las corrientes oceánicas, o el ‘Gran Derrame de Zapatillas de 1990’, cuando más de 60.000 playeras de Nike se sumergieron en el océano cerca de Alaska y han navegado desde entonces al albur de las corrientes del noroeste del Pacífico.
El modelo de los investigadores también se aproximó a la cantidad de tiempo que tardaron las partículas radiactivas en llegar al a costa oeste de Estados Unidos desde la planta de la central nuclear de Fukushima I (Japón), tras el accidente de marzo de 2011; estos materiales tardaron 3,6 años en el viaje y el modelo calculó que tardaría 3,5 años.

Para crear el modelo, Jönsson y Watson obtuvieron información de las actuales corrientes superficiales globales a través del Instituto de Tecnología de Massachusetts y del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.
En este mundo virtual, lanzaron miles de partículas que representaban el fitoplancton y luego realizaron simulaciones varias veces, comparando migraciones pasadas y presentes para hacer ajustes y mejorar el modelo. Finalmente, siguieron más de 50 millones de partículas, que es sólo una fracción del número real de fitoplancton en el océano.
Debido a que el fitoplancton se reproduce asexualmente, lo que significa que un organismo por sí solo puede producir descendencia, sólo un individuo necesita llegar a un nuevo lugar para colonizarla. Este hecho llevó a los investigadores a mirar el tiempo más corto que tarda ese organismo en dar la vuelta al mundo.
Con el fin de reducir los recursos informáticos necesarios para realizar un seguimiento de las partículas, los investigadores calcularon la ruta más rápida para llegar de un lugar a otro mediante un acceso directo comúnmente empleado por aplicaciones de teléfonos inteligentes en el automóvil y los sistemas de navegación. El método, llamado ‘algoritmo de Dijkstra’ después de que el fallecido científico holandés Edsger Dijkstra lo desarrollara en la década de 1950, calcula cómo llegar de A a C si se conoce la ruta de A a B y de B a C.

Fuente y fotografía: Te interesa

21 abril, 2016

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