La cuenca del Tajo acumula reservas embalsadas por un volumen que supone 11,5 veces las disponibles en el Segura, pero sin opción a trasvases porque la reserva mínima en los dos pantanos de los que se nutre el acueducto que comunica ambas demarcaciones (Entrepeñas y Buendía) sigue sin cumplirse en estos momentos.
El latiguillo tantas veces repetido por organizaciones agrarias como Asaja en Alicante en los últimos meses de las «dos españas», una que disfruta de agua en abundancia y otra que se seca sin recursos, queda patente de nuevo con los últimos datos de los embalses de todo el territorio español.
Así, mientras en el Tajo hay 5.404 hectómetros, casi rozando la mitad de la capacidad global de sus pantanos (49,07%) pese a la sequía generalizada en amplias zonas de la Península Ibérica –e incluso el norte y noroeste, hasta hace poco–, en la zona del Segura quedan 465 hectómetros, un 40,75% de sumucho menor capacidad de almacenamiento. Y mientras en las tierras alicantinas y murcianas se ha perdido incluso un hectómetro, en las del Tajo en ese corto espacio de tiempo de tan solo siete días se han recogido en sus embalses en 470 hectómetros, más de lo que se trasvasa en todo un año al Segura –y cinco hectómetros más de los que hay almacenados en toda la cuenca de Alicante y Murcia–. No muy lejos de Madrid, en afluentes y embalses de Valladolidad y Segovia, incluso se han disparado las alarmas por el aumento del nivel de las aguas.
Más al norte, los últimos temporales pueden hasta provocar problemas en la cuenca del Miño-Sil, donde los embalses han superado el 80% de su capacidad. Unos datos que reabren el debate sobre el Plan Hidrológico Nacional (PHN), tan reivindicado en la Comunidad Valenciana.
Compra de caudales
«Los regantes estamos muy preocupados, en alerta roja», resumió ayer el sentir de los afectados el portavoz del Sindicato de Usuarios del Acueducto Tajo-Segura, Ángel Urbina.
En previsión de que este mes se dé la situación inédita en muchos meses de «trasvase cero», sin caudales ni siquiera para abastecimiento humano, los regantes han iniciado contactos en otras cuencas para comprar agua. También trabajan contrarreloj, después del paréntesis de las vacaciones navideñas y Reyes, para acelerar la cesión de derechos, como en el Canal de Extremera, en Madrid, además de recurrir a los pozos de sequía. «Y a ver si esa nube se va de Madrid a la derecha, no solo a la izquierda», indicó Urbina, en alusión a que las precipitaciones que están recargando tantas zonas al norte de la capital de España también eleven los niveles en la cabecera del Tajo, en Entrepeñas y Buendía.
Sobrecoste de 6 millones
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA) cifró ayer en seis millones de euros el sobrecoste para el sector por los riegos adicionales que han realizado para salvar las cosechas, debido a la sequía y a las altas temperaturas de este invierno, según un estudio elaborado por sus servicios técnicos.
La incidencia en la natural evolución de los cultivos ha obligado a los regantes a incrementar el uso de agua en más de 40 hectómetros cúbicos durante los dos últimos meses.
Por término medio, tomando como referencia una parcela de cítricos de una hectárea, se ha pasado de efectuar una hora de riego semanal –que sería la frecuencia habitual en cualquier invierno que no fuese climáticamente tan anómalo como el actual– a tener que regar al menos cinco horas semanales, es decir, cinco veces más.
El presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, hizo hincapié en una repercusión «nefasta» sobre la renta de los productores, por lo que apeló a que el Gobierno central aplique algún alivio de tipo fiscal a los afectados en la próxima declaración de la renta, al igual que se aprueban cuando se produce el pedrisco, las inundaciones o la sequía. Asimismo, reclamó la implicación de la Generalitat, que debería poner en marcha medidas de apoyo como créditos bonificados.
Fuente y fotografía: ABC